martes, 8 de diciembre de 2015

Proyecto MK-Ultra


El proyecto MK-Ultra se trató de uno de los programas más ambiciosos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América, es decir, de la CIA. El objetivo que se había planteado en un inicio para el proyecto fue delineado en un memorando de enero de 1952, que intencionadamente preguntaba: “¿Podemos tomar control de un individuo, al punto donde éste hará nuestra voluntad, contra la suya propia, y aún contra las propias leyes de la naturaleza y la autosupervivencia? Más tarde, se comprobó (no sin avisos anteriores) que la meta era encontrar una forma de poder controlar la mente de un ser humano, alterando su percepción y logrando así extraer información en futuros interrogatorios, así como conseguir manipular y determinar distintos comportamientos y conductas en individuos autónomos y conscientes que pudieran, a simple vista pasar desapercibidos, para crear, así, el soldado perfecto.

La CIA, encargada del proyecto, formó un equipo de trabajo que pudiera viajar a cualquier lugar del mundo para testear nuevas técnicas de interrogación, y asegurarse que las víctimas no recuerden nada de ese interrogatorio. Fueron utilizados toda clase de narcóticos, desde marihuana a LSD, heroína y pentatol (droga de la verdad). Además de las investigaciones en el campo de la química, este equipo de la CIA contó con numerosos recursos para hacer avanzar su investigación en el campo de la psiquiatría, la psicología, la para-psicología y la hipnosis, así como en nuevos métodos de tortura física y psicológica.
Este programa se inició oficialmente en el año 1953, durante la dirección de Allen Welsh Dulles, cuándo este designó al bioquímico y psiquiatra militar Sidney Gottlieb, director de la División Química de la CIA, como jefe del proyecto. Su principal trabajo era formular un químico lo suficientemente potente como para doblegar la voluntad humana sin efectos secundarios visibles. Sin embargo, el programa no tardó en ir modificándose, tornando hacia otras investigaciones en el ámbito militar y de tortura (hay más de un centenar de proyectos incluidos en el mismo, de los cuales aún hoy no se conocen detalles).

Uno de estos proyectos, en particular, jugaba con las posibilidades biológicas de activar funciones de un organismo vivo a distancia, a control remoto; este sub-proyecto recibió el nombre de “empty mind” o “mente vacía” en castellano, haciendo referencia al lavado de cerebro al que buscaban someter a los sujetos de pruebas para, así convertirlos en soldados 100% eficaces, espías, e incluso terroristas que acometieran acciones que les supusieran beneficios como, por ejemplo, crear una atmósfera de pánico que supusiera la restricción de todas las libertades fundamentales. Les resulta familiar, ¿verdad?

Durante todo este tiempo que estuvo en marcha el proyecto (si es que alguna vez acabó), se realizaron numerosas pruebas con LSD, cocaína modificada, choques eléctricos, golpes magnéticos, distintos métodos de tortura (tanto física como psicológica), el aislamiento absoluto y el maltrato constante.
En estos términos, uno de los objetivos primordiales era lograr inducir sentimientos como la ansiedad, la inseguridad y el miedo. Encontrar reclutas que aceptaran participar de semejantes experimentos era prácticamente imposible. Por ello se reclutaron indigentes de las calles de EEUU, pacientes con enfermedades mentales, prostitutas y miembros de bajo rango de los servicios militares, por supuesto, sin consentimiento previo alguno, en forma secreta, confidencial y totalmente ilegal. Hoy se sabe que fueron miles las víctimas de estos crueles experimentos, desconociéndose el número exacto de víctimas, puesto que muchos de ellos murieron en el transcurso de estos experimentos y,  también, a muchos de ellos nadie les esperaba en casa.

No es posible conocer cuál es el alcance real de este proyecto secreto, como tampoco es posible saber cuánto de ese terrible proyecto ha quedado como herencia en la formación de los cuerpos de seguridad de todo el mundo. Lo que si es posible intuir es que la CIA no hace nada en vano y, hoy en día, los métodos de tortura e interrogatoria utilizados por este proyecto están a la orden del día en muchos lugares, comenzando por la prisión militar de Guantánamo, siempre fiel a los peores métodos de tortura habidos y por haber.

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