viernes, 10 de julio de 2015

Solo necesitaban una calculadora


Corre el año 2010, en pleno estallido de la crisis económica dos economistas: Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff publican Growth in a Time of Debt, una oda a la austeridad que afirmaba que, una vez la deuda pública llegaba al 90% del PIB, el crecimiento caía en picado. El momento escogido no pudo ser más acertado: los conservadores Europeos empezaban a criticar a los partidos socialdemócratas por sus medidas de estímulo. Ahora, afirmaban, sus críticas tenían una sólida base económica. Y a medida que los gobiernos socialdemócratas empezaron a caer por todo el viejo continente, la austeridad pasó a ser la norma.

Y ahí estaba Grecia, un pequeño país mediterráneo al que la crisis había azotado con dureza. Tras descubrirse que el gobierno Griego había falseado sus cuentas sistemáticamente, los adalides de la responsabilidad fiscal usaron el estudio de Reinhart y Rogoff para imponer su receta de la austeridad.

Sin embargo, otros economistas, a pesar de usar los mismos datos que el estudio de Reinhart y Rogoff, no consiguieron dar con los mismos resultados que ellos. Tras mucha presión por parte de economistas de alto renombre, publicaron las hojas de excel que usaron para llegar a las conclusiones de su estudio. Estas estaban plagadas de fallos. Es decir, que toda la política que nos habían impuesto desde las altas instancias Europeas estaban basadas en una hoja de cálculo que llevaba a conclusiones erróneas.

Pero lo peor vino después. La Troika decidió seguir con las políticas de austeridad en Grecia, pero esta vez no en base a que la deuda causaba desaceleración económica, si no a que el volumen de deuda griego era demasiado alto, y por tanto los recortes servirían para hacer sostenible la deuda pública.

De nuevo, La Troika vuelve a hacer las cuentas mal. Actualmente se le pide a Grecia que aumente el superávit primario (el balance antes de pagar el servicio de la deuda) en un 1% del PIB por año. Sin embargo al recortar, la economía se contrae y por ello hay que recortar más. Ahora mismo se trabaja con que por cada euro recortado, se pierden 1,5€ de PIB. Al ser la presión fiscal griega del 47% del PIB, esto supone 0,7€ menos en ingresos; en realidad, habría que recortar por valor de un 3% del PIB, lo cual supone una reducción del PIB del 4,5%, todo esto tan sólo para aumentar el superávit primario un 1%.

Pero además, ya que el volumen de la deuda se mantendría exactamente igual, al ser una economía de menor tamaño, la deuda como % del PIB aumentaría a gran velocidad. Así, si la deuda actualmente es del 170% del PIB, como éste se habría contraído un 4,5%, la deuda subiría a más del 177%, un aumento de 7 puntos a cambio de un aumento del superávit del 1%. Esto es, 7 años más para pagarla.

Pero hay más, la bajada del producto interior bruto suele venir acompañada de una reducción de la inflación, menores precios significan que a igual carga de deuda, más difícil se hace pagarla. Y como Grecia no es un país exportador, la bajada de los precios no vendría necesariamente acompañada de un aumento de la exportación.

Entonces, ¿por qué sigue la UE y el FMI empeñados en que sigan los recortes en Grecia? Sólo hay dos alternativas: La primera, que no sepan calibrar bien los efectos que tiene la austeridad sobre las economías, en cuyo caso las mismas instituciones que dictan nuestra política económica están gobernadas por incompetentes. O la segunda, y es que sepan los efectos adversos de la austeridad, pero aún así decidan seguir recentándola. En este caso, nos estarían gobernando sociópatas.

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